Pensamientos pesarosos


¿Cómo se consuela a los desconsolados? 


¿Cuándo se celebra la inexistencia de un beso?

¿Cómo detener la caída de una lágrima? 

¿Hacía donde van los pensamientos?

¿Porqué el dolor autoinflingido es dulce?

¿Se puede conocer la dicha sin sufrir?

¿Cómo podemos saber lo que realmente queremos?

¿Algún día seremos honestos?

¿Es el amor una ilusión de conveniencia? 

¿Se nos escapa la vida al vivir?

¿Nos podemos llegar a conocer? 

¿Es el olvido el destino final?

¿Se llora por un ave que escapa hacia su libertad?

¿Inquieta la duda o la respuesta que deseamos negar?

¿Cómo se detiene el galopar de un corazón en fuga? 

Una vida mejor

- ¿Quién quiere una vida mejor? - observé que decía el viejo a la muchedumbre.
- ¿Quién no quiere una vida mejor? - le contestó socarronamente un joven que descansaba cerca del viejo mientras encendía un cigarillo, la cantaleta del viejo le empezó a molestar hacía 15 minutos pero no fue hasta ahora que se molestó por preguntarle a que se refería con ella.
El viejo pareció evaluarlo con la mirada y le contestó con una voz sedosa:
- Érase una vez... - empezaba a decir, cuando lo interrumpió el joven airadamente.
- ¡Ah no señor! ¡No quiero que me cuente un cuento! quiero que me conteste porqué pregunta quien quiere ser feliz ante la muchedumbre, cuando la respuesta es muy obvia, ¡ Todos queremos ser felices, para eso nos partimos la espalda trabajando de sol a sol! - la colilla del cigarrillo bailaba alegremente en la boca del joven como si fuera la responsable de su súbita animosidad.
Un autobús llegó a la estación mientras el joven pronunciaba las últimas palabras de su argumento, lo cual hizo que se concentrara en la tarea de sacar de su bolsillo y examinar un billetito de color azul. Su autobús no llegaría hasta dentro de un par de horas aproximadamente, tendría bastante tiempo para hablar con el viejo.
Una vez que el joven terminó de comprobar que su bus no llegaba el viejo reanudó su discurso:
- A través de las historias nuestros antepasados se repartían conocimientos, joven, las personas que tenían más experiencia en la vida se reunían con los que recién empezaban a vivir y así el conocimiento pasaba de una generación a otra, comúnmente se utilizaban las historias y las figuras para concretar lo abstracto de los conceptos, pero veo que usted es una persona lista y no lo trataré como a un cachorro - el viejo rió al decirle cachorro al joven, pero en su risa solo había alegría y no había ningún dejo de sorna, esto pareció tranquilizar el enojo del joven.
El joven examinó al viejo mientras calaba su cigarrillo, miró sus ropas gastadas y grises, sus zapatos maltrechos y su cabellera plateada, la cual se encontraba revuelta por el viento que hacían los autobuses al pasar por la estación. Observándolo notó que también el viejo poseía un billetito azul, por lo que supo que iba en su misma dirección y podía hacerle compañía, la nicotina empezaba su efecto sedante en el cuerpo, por lo que se sintió de mejor humor y se acomodó cerca del viejo para oír sin esfuerzo lo que este iba a decirle.
- Señor, ¿Cuál es su nombre? - le preguntó el joven tímidamente.
- Eso no importa joven - le contestó el viejo, y prosiguió - lo que importa es el mensaje que pretendo hacer llegar  a las masas
La pregunta quedó flotando en el aire, el joven se apropió de ella  y dijo - ¿Cuál es el mensaje? - hizo un amago de adivinanza - ¿Que hay que luchar por una vida mejor?
- No - le contestó el viejo - el contenido del mensaje va a ser el que cada quien considere que le sirve mejor para su vida, mi interés reside en su significado, eso es lo importante.
El joven pareció darse cuenta de algo de manera súbita y comenzó a  llorar trágicamente, el viejo posó una mano sobre el hombro del joven, en eso un autobús azul llegó a la estación