Evidencia del recuerdo

Recuerdo no impacientarme, las órdenes de disfrutar y ser comedido iban en ese orden y con esa relevancia.

Recuerdo sentir una dulce culpa al evidenciar mis intenciones antes de lo indicado, pero sus miradas me daban pistas que me invitaron a hacerlo.

Recuerdo observar detenidamente el perfil de su rostro en la penumbra, aventuré a un dedo a recorrerlo suavemente para lograr recordarlo si acaso llegase a perder la vista.

Recuerdo el silencio creciente del mundo mientras este se iba durmiendo, pero el ruido que nuestras miradas hacían a través de la noche no daba tregua, más bien parecía ganar fuerza y nos ahogaba en él.

Recuerdo su sonrisa imitando la mía.
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Recuerdo tardíamente que un caballero no tiene memoria

Visiones con aire de realidad

Como espejismos que al mirarlos devuelven la luz que es arrojada sobre ellos por nuestras mentes trastornadas...

Nunca logré determinar el momento exacto cuando lo que vanamente consideré iba a ser "mi pasatiempo" llegó a convertirse en una especie de afición, en una actividad que iba a practicar con la religiosidad de un régimen que curiosamente no pesaba sobre mis hombros ni sobre mi conciencia.
Tampoco creí volver a encontrarme arrinconado en una esquina queriendo que todo lo que pudiese suceder acabara antes de siquiera empezar, la incertidumbre que me llevó a esa postura también me incitaba a defenderme de la manera en que mejor sabía o creía saber, por medio de la ignorancia y el repudio a aquellas sensaciones del mundo que quería evitar para dejar a esos muertos en paz.

Esto fue, claramente, hasta que vi lo que vi.

Sin pensarlo ni quererlo unos hoyos empezaron a surgir entre las murallas de camaradería que levanté para protegerme de aquello con lo que pacté no entrar en contacto para evitar la desazón, mi naturaleza curiosa no soportó el estímulo y me vi envuelto en una cruzada donde con mis manos ensanché uno de aquellos hoyos y con mis ojos miré al otro lado de la muralla, fue la primera vez que noté lo que había fuera.
Afuera de mi confinamiento había una pradera bordeada por un bosque, en esta pradera existían dos lagos, completamente impasibles ante la belicosidad que imprime la visión de una fortaleza en la cercanía. Estos lagos parecían llamarme con la frescura del agua que contenían, el verdor del bosque en derredor y la serenidad de sus aguas imperturbables.

Fue allí donde decidí dejar lo que creí era mi refugio y en realidad era mi cárcel

Los pormenores del cómo logré salir de mi confinamiento no son tan importantes como lo que sucedió una vez que puse un pie fuera del sitio con el que aparté al mundo de mí, pues sentí que mis ojos decidieron jugarme una broma cruel en un momento de vulnerabilidad.
Al salir, aquellos lagos con su frescura y sencillez resultaron ser no más grandes que un par charcos en los lindes del verde bosque, sintiéndome engañado y a punto de regresar por donde vine, decidí ir a mirarlos de cerca y beber de ellos como pago al esfuerzo realizado.

Otra vez me di cuenta que me engañaron los sentidos, y así supe que no podía confiar en ellos siempre

En el sitio donde creí ver primero los lagos y luego los charcos vi colocados de una manera curiosa dos espejos de un color indescriptible, con tal de saciar mi curiosidad observé estos peculiares objetos y luego noté que me podía reflejar al mismo tiempo en ambos si me colocaba en cierto ángulo, a este ángulo lo llamé "de frente".
Estando entonces frente a los espejos fue que vi mi reflejo en ellos, pero como si una especie de filtro eliminara la suciedad pétrea que cubría mi rostro y cuerpo. Allí logré ver quien era debajo de la tóxica capa de autocompasión y dudosa autopreservación que impregnaba mi ser debido a mi largo período de encierro.

O eso creí erróneamente en ese momento.

En un lapsus de mi ensimismamiento noté que llegó la primavera, y yo en mi comodidad y adormilamiento, no era capaz de observar nuevamente ese reflejo que me había embelesado por más que estuviera frente a esos espejos, se habían opacado.
Esa ausencia de la imagen del proto-yo quemaba como fuego y supe con cierta amargura que no sería capaz de encontrarla en ningún sitio más que en esos espejos en la orilla del bosque, sin embargo para este momento asuntos más preocupantes rondaban mis pensamientos, pues sentí que no lograba reflejarme en ningún sitio más que en el rocío de la mañana que empañaba los espejos al amanecer, y solo bajo la luz de la aurora.

Entonces me empecé a hacer preguntas
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Que era lo que veía? Que me atraía? Como me marcaba esta experiencia? Porqué volvía cada noche como un autómata a buscar la luz reflejada de estos espejos? Porque no sentía ni cansancio, ni hambre ni sed aún cuando velara la noche entera a la espera del amanecer? Que tan real era la imagen que lograba observar bajo la tenue luz que imprime el alba sobre el mundo?
No pude hallar respuesta a estas preguntas que nacían de mi inquieta curiosidad, aún no al menos. Fue cuando decidí esperar entonces.

Las preguntas se durmieron como una manada hambrienta, y el tiempo acumuló el polvo sobre ellas

La aparición del verano se vio marcada  por la ausencia de la lluvia, al menos en sus comienzos, y esta sequía que resquebraja y revienta la faz de la tierra no pudo convencerme de evitar el uso de la razón y dejarme llevar por la dulce corriente que manaba de mi creciente afecto por esa imagen que observé alguna vez en esos espejos a la par del bosque.
Temí hallarme por culpa por de ese secreto deseo en una quimera, en una de las viejas ilusiones que en mi pasado se esforzaron por dirigirme hacia el camino tortuoso del auto encierro, marcado por el compás de los pensamientos que cantaban a coro que el amor era algo reservado para unos elegidos mas no para mí.

Pero esto fue un mal sueño. Un sueño del cual desperté con una sonrisa.

Una sonrisa que me devolvieron los dos espejitos.

Pensamientos inconexos

Un perro de la calle no olvida quien lo alimenta
(Pero igual puede traicionarlo por quienes lo han golpeado) 

El licor puede sacar lo mejor y lo peor del ser humano 
(Sin embargo solo llega a ser un coadyuvante)

La moderación es una falacia creada por el capitalismo 
(Casualmente es efectiva para el mantenimiento del orden)

Aquellos que piden algo a veces no lo necesitan, pero mayoritariamente no saben que no lo necesitan 
(Otros saben lo que necesitan y no saben como pedirlo)

Un día pasé frente a mi escuela de la infancia, su blasón rezaba: Esfuerzo. Respeto. Trabajo. Disciplina
(Solamente yo regresé para leer estas palabras)

La literatura nos abre puertas que incitan a mundos nuevos
(Las mismas han de cerrarse como la cubierta del libro al terminarlo)

La lluvia nos puede mojar incluso antes de verla resbalar por las ventanas
(Hay quienes siempre andan mojados por dentro)

Es curioso cuando de improvisto nos vemos asaltados por la certidumbre de que alguien piensa en nosotros
(Y entonces inmediatamente pensar en ese alguien)

Podemos llegar a ser cómplices, testigos y jueces de nosotros mismos, pero al final somos nosotros mismos
(Lo curioso es que fingimos adoptar diferentes posturas)

Poca gente se dedica a observar las nubes surcar los cielos calladamente
(Creyendo que al hacerlo no se puede obtener nada)

Escribir lo que se piensa nos deja con un leve desagrado pues no acostumbramos leer nuestros pensamientos
(Este se nos pasa al reconocer como propio lo creado)