Tres cuentos tristes trigo tragaban en un trigal

La miró a través de un viejo cristal empañado, su sonrisa parecía que no envejecía, a pesar del tono sepia del papel fotográfico en el cual habitaba su recuerdo. Recordó el sonido místico de su risa en medio de la noche, una noche fría, una noche oscura y llena de odio a sí mismo.

Se odiaba por no haber sido lo suficientemente humano para lograr acercársele, conocerla y compartir con ella como cualquier hijo haría con su madre, se odiaba por haberla apartado de su vida y haberla evitado durante 10 años,  se odiaba porque no la tenía ya, y no sabía como debía sentirse al respecto.

Ese día, supo que nunca había dejado de ser su hijo, pero ella ya había dejado de ser su madre

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Yo es que, ya no lo quiero, me sofoca y si no sé nada de usted mejor - dijo Raquel mientras me miraba nerviosamente, como si le pudiera reclamar algo, como si me fuera a enojar, sin embargo solo sonreí.

Pero...Y todo este tiempo qué? - acaté a medio balbucear - no deberíamos como intentar mejorar la situación?  no es muy fácil terminar todo y ya? mi amor...-empecé a decir pero Raquel me interrumpió.

No es fácil, me cansé de intentarlo, y creo -Meditó durante un momento- No, estoy segura que todo este tiempo fue un error y entre más rápido salgamos de esto va a ser mejor para los dos - dijo con la mirada perdida, evitando leer aquello que yo le quería decir con la mirada- Usted es un cavernícola, parece que a pesar de todo este tiempo no me conoce o que no le importo! - hizo una pausa para observar el efecto de sus palabras en mi ser - Antes de conocerlo no había nada de lo que yo me arrepintiera en la vida

No recuerdo que más me dijo, no recuerdo cuando se fue ni cómo lo hizo, lo único que recuerdo son sus negros cabellos ondeando al viento y su mirada pícara encontrando la mía el día que le dije que quería vivir a su lado el resto de mi vida.

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Era de noche y solo la luna acompañaba al eco de sus pasos por las oscuras calles de la ciudad, 20 millones de habitantes y ninguno salió a observar la extraña figura que paseaba con su sombra apesadumbrada la cual incluso le abandonaba por ratos para ir a conspirar con las demás sombras que se reúnen la noche.
Su lento caminar auguraba una maldad siniestra, un destino tétrico para un alma en pena la cual en vida se dedicó  a vagar alienada, vacía, incompleta.
Entonces, la luna se ocultó y solo fue la noche.



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